Julio César (100-44 a.C.)

Vida y obra

 

1. BIOGRAFÍA.

 

 

Pertenecía a una antigua familia aristocrática de Roma: la Julia, que se creía descendiente de Julo Ascanio, el hijo de Eneas. César fue probablemente la personalidad más atractiva de su época y quizá una de las más geniales de la historia de Roma. Representaba perfectamente el ideal romano: intelectual, político y militar.

 

Era un hombre de gran atractivo físico, muy presumido, elegante y educado, alegre y vividor. Se le tomó durante años por un joven sibarita y disoluto, pero lo cierto es que como general demostró que era un hombre sobrio, resistente, valiente y que podía competir con cada uno de sus soldados en esgrima, equitación y natación. Se ganó a pulso su respeto por su austeridad, resistencia, energía y valor, ya que no pedía a otros que hicieran algo que él no podía hacer, y lo idolatraron hasta dar la vida por él.

 

Fue un hijo, marido y padre afectuoso. Quiso a sus esposas -aunque nunca les fue fiel- y las trató con respeto. También fue leal con sus amigos, sin distinciones de clases sociales, en lo bueno y en lo malo, y generoso con sus enemigos. Magnánimo prefirió perdonar a castigar. Su mayor defecto fue probablemente la ambición. Utilizó   las artimañas propias de un político de su época, entre ellas la demagogia y la  corrupción para alcanzar sus propósitos.

 

El matrimonio de su tía Julia con Mario y el suyo con Cornelia, la hiia de Cinna, definieron desde muy joven sus simpatías políticas por el partido democrático, enfrentado a la oligarquía senatorial. Dichas simpatías le resultaron muy peligrosas durante la dictadura de Sila que intentó obligarle a separarse de su mujer. Tuvo que huir de Roma y, arrestado, salvó la vida gracias a la mediación de sus  amigos más influyentes. Lo cierto es que Sila siempre desconfió de él, por lo que su vida estuvo a menudo pendiente de un hilo.

 

Tras este episodio prefirió alejarse de Roma con un viaje a Asia Menor y no volvió hasta la muerte de Sila. Empezó entonces una carrera política, compaginando cargos, y se ganó el fervor popular gracias a sus modos amables, su elocuencia  y su generosidad. De entonces data su amistad con el riquísimo Craso que financió toda su carrera. Logró conciliar a éste con Pompeyo y entre los tres establecieron una alianza para controlar la política en Roma: el primer triunvirato. Craso aportaba el dinero, César el poder sobre la plebe y Pompeyo el ejército.

 

El año 60 a.C. forma el primer triunvirato con Pompeyo y Craso. El 59 a. C. consigue el consulado, periodo que estuvo lleno de irregularidades. Al finalizar el consulado se le confió el gobierno de la Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria para cinco años, entpnces empieza su carrera militar propiamente dicha. Del 58 a. C. al 51 a. C. realizó la conquista de la Galia, empresa que no le fue encomendada por el Senado, sino que emprendió más bien a título personal, además realizó dos expediciones a Britania y dos  a Germania: consiguió la victoria militar, prestigio, riquezas y un formidable ejército. Del 49 al 48 a. C. se desarrolló la guerra civil entre César y Pompeyo. César consiguió aplastar a Pompeyo en Farsalia (año 48 a. C.) y destruir los ejércitos “republicanos” destacados en África y en España. A partir de ese momento César se constituyó en dictador y señor absoluto del mundo romano. El 15 de marzo del año 44 a. C. cayó asesinado en el Senado, a manos de los “republicanos” Bruto, Casio y otros más.

 

2. ACTIVIDAD LITERARIA DE CÉSAR.

 

 

Sus dotes personales, su formación y el ambiente social en el que se desenvolvió, empujaron a César desde su juventud al ejercicio de la actividad literaria. Escribió una tragedia (Edipo), un poema en honor de Hércules (Laudes Herculis) y elegías amorosas.

 

Más tarde, cuando su actividad  político-militar era más intensa, encontró también tiempo para las letras: el año 54 a. C. en la época de su paso por los Alpes, escribió dos libros dedicados a Cicerón, De Analogia (una defensa de su purismo lingüístico); el año 46 a. C., camino de España escribió el poema Iter (escrito a imitación de Lucilio); el año 45 a. C. escribió  Anticatón en dos libros, dirigidos contra los elogios escritos por Cicerón y Bruto en honor de Catón de Útica, célebre pompeyano, opuesto naturalmente a César. En esta obra César, al mismo tiempo que atacaba, defendía sus interese políticos. Corresponde esta obra a la literatura panfletística de la época.

 

Si César hubiera escrito solo estas obras no hubiera conquistado un puesto en la historia de la literatura. Augusto, considerando indigna de César su producción poética, prohibió que se publicara. Tácito, a este respecto, dijo irónicamente que César había tenido suerte, pues no siendo mejor poeta que Cicerón fue sin embargo más afortunado que él, puesto que muy poca gente llegó a conocer sus versos.

 

La fama literaria de César se debe principalmente a sus obras históricas. La Antigüedad elogió también las cualidades oratorias de César, resplandecientes en sus discursos, de los que sólo algunos fragmentos han llegado hasta nosotros. Según opinión de Quintiliano fue como orador casi igual a Cicerón (10,1,114). Cicerón mismo elogia no sólo la pureza y elegancia del lenguaje de César, sino también su declamación y presentación (Bruto, 252,261 ss.). Por los fragmentos conservados podemos apreciar que el estilo oratorio de César era muy distinto del ciceroniano. Sin llegar al extremo del aticismo, se aproximaba bastante a él.

 

Aparte de todo el material literario mencionado, resta por aludir a la correspondencia de César. En la Antigüedad circuló una colección de sus cartas. En la actualidad sólo se conservan unas pocas que Cicerón adjuntó a las suyas dirigidas a Ático.

 

3. OBRAS HISTÓRICAS DE CÉSAR.

 

 

La producción historiográfica de César comprende Commentarii de bello Gallico (Comentarios sobre la guerra de las Galias) y Commentarii de bello civili (Comentarios sobre la guerra civil). Ambas obras constituyen una inestimable fuente de información para conocer los acontecimientos del periodo final de la República.

 

El título de Commentarii que César dio a sus obras alude a los informes o despachos militares enviados por su propia mano al Senado, así como a resúmenes y apuntes personales redactados facile atque celeriter (de forma rápida y sencilla), como él mismo dice. Sin embargo, el título no debe inducirnos a considerarlas sin más un trabajo documental ya que estas obras han sido cuidadosamente estructuradas y sometidas a un estudiado proceso de elaboración literaria.

 

Para la composición de estas obras utilizó sus propios diarios de campaña (cuando narra acontecimientos en los que participó personalmente), los informes de sus oficiales (cuando se trata de acontecimientos de los que estuvo ausente) y además los informes que el propio César envió al Senado.

 

Abundan en ellas los excursus de tipo geográfico y etnográfico, propios de la mejor historiografía literaria, (debidos a la observación de César sobre lugares, hombres y pueblos; aunque en ocasiones parece depender, al menos parcialmente, de fuentes literarias)  y los discursos retóricos.

 

Los historiadores latinos, a ejemplo de los griegos, acostumbraron a intercalar discursos, incluso ficticios, en sus obras históricas; César, aunque no abusó de este procedimiento no prescindió de él. Utilizó siempre en estos casos el estilo indirecto, que reproduce el pensamiento pero no las palabras textuales del orador. Dichos discursos son de sobria energía y de lógica claridad en las deducciones.

 

A pesar de las pretensiones de objetividad manifestadas repetidamente por el autor, de las que es muestra también la narración de los hechos en tercera persona, lo cierto es que en ambas obras se puede apreciar una evidente intencionalidad apologética y propagandística de su propia figura, de sus hazañas militares y de su actuación política, aunque esta distorsión nunca llega a falsear la realidad de los datos históricos.

 

Desde el punto de vista estilístico, las obras de César destacan por la pureza, la simplicidad y la elegancia de la lengua latina. Su prosa se caracteriza por la claridad sintáctica, la ausencia de anomalías gramaticales, la selección de un léxico claro y la renuncia a la sinonimia o a los términos arcaicos o raros. La narración de los hechos y la descripción de los paisajes contiene sólo los datos esenciales. Tienen precisión, viveza y dramatismo.

 

La guerra de las Galias, la primera obra desde el punto de vista cronológico, fue compuesta por César entre el 52 y el 51 a.C. Comprende siete libros en los que se describen las operaciones militares de la campaña de conquista de los territorios galos llevada a cabo entre los años 58 y 52. En ellos se narran los siguientes acontecimientos:

 

 

No es fácil decidir si César compuso los Comentarios sobre la Guerra de las Galias año tras año y si fueron publicados también año tras año para contrarrestar la oposición del Senado, o si los compuso de una vez, después de terminada toda la guerra.

 

Una solución de compromiso es la propuesta recientemente: César fue redactando año por año los Comentarios, pero los publicó como una obra unitaria entre el 51 y 50 a. C., al solicitar de nuevo el consulado.

 

César intenta probar que fue arrastrado, a pesar suyo, a la conquista; disimula sus intenciones; atenúa sus fracasos; censura o elogia, según las circunstancias, a sus lugartenientes y oficiales; su proceder, no siempre irreprochable, lo presenta bajo el punto de vista más favorable; hizo justicia al mérito de sus adversarios galos, con lo que indirectamente realzaba su propio mérito.

 

En el De bello Gallico César aplica estrictamente su principio de analogía purística (Tamquam scopulum ita fugias inauditum atque insolens verbum: evita la palabra rara y poco frecuente del mismo modo que evitas una roca ). Lo aplica en todos los aspectos: vocabulario, forma verbal, fraseología y construcción.

 

La guerra civil (tres libros) fue elaborada por César hacia el 47 a.C. para contar los pormenores de su enfrentamiento militar con Pompeyo entre los años 49 y 48 a.C. Se compone de tres libros que relatan, sucesivamente, la conquista de Italia por César, la persecución de Pompeyo hasta Dirraquio, las luchas en Hispania contra los generales pompeyanos Afranio y Petreyo, el asedio de Marsella y la batalla de Farsalia. El último libro, que se considera incompleto, concluye con la llegada de César a Alejandría, donde le es comunicada la muerte de Pompeyo.

 

Los Comentarios sobre la Guerra Civil debió escribirlos entre el 49 y el 44 a. C.; en cuanto a la fecha de publicación, tampoco a este respecto hay pruebas convincentes. Los hechos  que narra se extienden desde el 49 a. C. hasta el 48 a. C. (comienzo de la Guerra de Alejandría). El curso posterior de la guerra civil se narra en tres libros de autor innominado: Bellum Alexandrinum,  Bellum Africum y Bellum Hispaniense.

 

En lo que se refiere a la Guerra Civil, intenta inculpar al Senado y a Pompeyo como responsables del conflicto y justificar su conducta: son evidentes los intentos de apología personal y la ironía que utiliza contra sus adversarios.

 

La consideración de todo esto es suficiente para hacer a César sospechoso de haber sometido los hechos a una “elaboración” o incluso de haber “disfrazado” los hechos. Pero César procedió con gran maestría consiguiendo dar la impresión de gran objetividad  y  resulta muy raro comprobar en él la falta real de verdad.

 

El Bellum Civile no es estilísticamente tan estricto. Quizás se deba a que César lo escribió con prisas y debió adaptar a veces imperfectamente los informes de sus oficiales.

 

4. EL CORPUS CAESARIANUM.

 

 

El libro VIII de la obra De bello Gallico llena la laguna cronológica existente entre el Bellum Gallicum (I-VII, años 58-52 a. C.) y el Bellum Civile (años 49-48 a. C). Es decir, el periodo 51-50 a. C. este libro comprende las últimas resistencias y la pacificación. Su autor es Aulus Hirtius, suboficial mayor de César. Indudablemente debió participar en la confección de los Commentarii y asimilar en parte el estilo de César. No cabe determinar la fecha en que se escribió. El prólogo, por lo menos, se redactó después de la muerte de César. Aulo Hircio cayó ante Módena, siendo cónsul, el 43 a. C.

 

Quizás sea también Aulo Hircio el autor de la obra anónima que se incorpora después de los tres libros del Bellum Civile con el título De bello Alexandrino. Comprende las campañas del año 47 a. C. Los libros que narran las campañas del 46 y 45 a. C., De bello Africano y De bello Hispaniense, debieron ser redactadas por oficiales carentes de dotes estilísticas. Para el filólogo resultan ambas obras interesantes por el “sermo castrensis” que contienen.