ENNIO:
ANNALIUM
LIBRO
I: FRAGMENTO 45
Hondamente preocupados y ambicionando el reino se entregan a los auspicios y augurios al mismo tiempo En el monte, Remo se da a los auspicios y espera un ave, prometedora de buen augurio; por su parte, el bello Rómulo, observando el vuelo elevado de las aves, trata de averiguar en lo alto del Aventino. Estaba en juego si la ciudad se llamaría Roma o Rémora. A todos les preocupaba quién de los dos sería el rey. Permanecen expectantes como cuando el cónsul se apresta a dar la señal y todos aguardan con ansiedad junto al punto en que el carro sale del recinto pintado; del mismo modo el pueblo esperaba con el temor en su pecho sobre a cuál de los dos se le concedería la victoria sobre el gran reino. Entretanto el resplandeciente sol se escondió en la oscuridad de la noche y luego, lanzada por sus rayos, apareció brillante la luz, al mismo tiempo que allá lejos desde lo alto del cielo se precipita con gran rapidez por el lado izquierdo un bellísimo pájaro; en el momento en que el sol se dispone a salir, comienzan a caer del cielo por tres veces cuatro pájaros sagrados que vienen a caer precipitándose en lugares favorables. De aquí Rómulo deduce que con este augurio se le ha concedido a él en propiedad el fundamento estable del reino.