Desde que los eubeos fundaron en el siglo VIII a.C. la colonia de Pitecusa en el golfo de Nápoles, el resto de ciudades griegas se lanzó a una carrera de fundaciones que pronto llenaron la mitad meridional de la península Itálica y Sicilia de prósperos emplazamientos helenos. Estas nuevas colonias se situaban casi sin excepción mirando al mar y no al interior, poblado por pueblos «bárbaros» con los que los colonos tuvieron, según los lugares y las épocas, sus más y sus menos. Entre las colonias más pujantes cabe destacar Poseidonia (Paestum), Crotona, Regio, Cumas y Síbaris, en la Península; y Siracusa, Akragas, Naxos, Selinunte e Himera en Sicilia.