A)ESPARTA.
Porque los éforos tienen poder
para castigar al que quieran, y autoridad para proceder en el acto e incluso
para hacer cesar en sus funciones a los magistrados; y hasta para expulsarlos
y llevarlos a juicio capital.
Escucharon a Febo y de Delfos trajeron
a Esparta las profecías del dios, sus palabras de cierto final. Así el soberano
Certero del Arco de Plata, Apolo, el de dorada melena, les dijo en su templo
suntuoso: "Que manden en consejo los reyes que aprecian los dioses, ellos
tienen a su cargo esta amable ciudad de Esparta, y los ancianos ilustres,
y luego los hombres del pueblo, que se pondrán de acuerdo para honestos decretos.
Que expongan de palabra lo bueno y practiquen lo justo en todo, y que nada
torcido maquinen en esta ciudad. Y al conjunto del pueblo le atañe el poder
y el triunfo". Así en este asunto le habló entonces Febo al pueblo.
Algunos dicen que el mejor gobierno
está compuesto por una mezcla de todos los otros, por lo cual elogian el de
los lacedemonios. Éstos dicen que es una mezcla de oligarquía, monarquía y
democracia, afirmando que se realeza en el elemento monárquico, que el gobierno
de los ancianos es una oligarquía y que e gobiernan democráticamente bajo
el mando de los éforos, que se eligen de entre el pueblo.
A)ATENAS.
(El tirano Pisístrato, s.VI a.C.)
prometió hacer justicia y eso fue precisamente lo que les dio; quitó a los
hombres el derecho de lastimar a sus semejantes, devolvió la libertad a los
ciudadanos que se habían convertido en esclavos por sus deudas y cancel´ço
todas sus hipotecas. Nunca cobró un solo dracma por sus labores públicas.
También fue un excelente soldado, pero en su reino nunca abusó del poder,
pues no deseaba nada que no se le concediera libremente.
Al hacerse Grecia más poderosa
y procurarse mayores riquezas que antes, gracias a que aumentaban los ingresos,
surgieron en muchas ciudades tiranías (antes hubo monarquías hereditarias
con prerrogativas ilimitadas) y Grecia ponía a punto sus fuerzas navales y
se dedicaban ya más al mar.
El que sea obligatorio para los
más ricos asistir a la asamblea, elegir a los magistrados y actuar en cualquier
decisión política, mientras que a los demás se les exime de tal obligación,
eso es oligárquico, y también procurar que la mayoría de los magistrados pertenezcan
a la clase de los ricos.
Al gobierno de pocos, pero de más
de uno [se llama] aristocracia bien porque gobiernan los mejores [aristoi]
o bien porque lo hacen atendiendo a lo mejor [aristón] para la ciudad.
El orden de la constitución antigua,
anterior a Dracón, era el siguiente: las magistraturas se designaban entre
los notables y los ricos, y estos mandos duraban al principio por vida, después
un decenio. Las mayores y primeras magistraturas eran: rey, polemarco y arconte;
de éstas, la primera era el rey (como la tradicional que era); en segundo
lugar se estableció la polemarquía, porque hubo algunos reyes blandos para
la guerra, por lo cual hubieron de llamar a Ión, dominados por la necesidad.
La última fue la de arconte. Los thesmothetas fueron creados muchos años después,
cuando ya las magistraturas se elegían por años y con el fin de que trasladasen
a escrito las leyes y las guardasen para juzgar los casos dudosos.
El consejo de los Aeropagitas tenía
la misión de conservar las leyes y administraba la mayor y más importante
parte de los asuntos de la ciudad, y castigaba con penas corporales pecuniarias
y sin apelación a todos cuantos delinquían. La elección de los arcontes se
hacía entre los notables y los ricos, de los cuales eran escogidos los Aeropagitas:
por eso es esta la única de las magistraturas vitalicias.
Porque el ostracismo no era pena
de alguna mala acción, sino que por cierta delicadeza se le llamaba humillación
y castigo del orgullo, y de un poder inaguantable, cuando en realidad no era
más un suave consuelo de la envidia, que no usaba medios insufribles, sino
que se libraba, con una mudanza del país por diez años, de una incómoda modestia.
¿?
Tomaba cada uno de los ciudadanos
una concha, y escribiendo en ella el nombre del que quería saliese desterrado,
la llevaba a cierto lugar de la plaza cerrado con verjas. Contaban luego los
arcontes primero el número de todas las conchas que allí había, porque si
no llegaban a seis mil los votantes, no había ostracismo.
El consejo son 500, señalados por
la suerte, 50 de cada tribu. Desempeña la pritanía por turno cada una de las
tribus, según le toca en suerte, las cuatro primeras cada una 36 días, las
seis restantes 35 cada una, pues computan el año por la luna. Los que de estos son pritanos primero hacen las comidas
en común en la rotonda, recibiendo dinero de la ciudad, después convocan al
Consejo y al pueblo; el Consejo todos los días, excepto los que son de vacación;
el pueblo cuatro veces en cada período de pritanía. Y éstos anuncian por escrito
la cosas de que ha de ocuparse el Consejo cada día y dónde tienen que reunirse.
También éstos anuncian por escrito
el orden de las asambleas, una en primer lugar, la principal, en la que hay
que confirmar por votación los magistrados, si les parece que gobiernan bien,
y debe tratarse en ella acerca de los víveres y la defensa del país, y en
este día pueden los que lo desean hacer las acusaciones de traición, y han
de leerse las cuentas de los bienes confiscados y las herencias vacantes y
las hijas herederas, de manera que a nadie le pase desapercibido que algo
queda vacante. En la sexta pritanía, además de lo antedicho, conceden votar
levantando el brazo sobre el ostracismo, si se resuelve hacer o no, y las
acusaciones contra los sicofantas hechas por los atenienses y por los avecindados
hasta 3 de cada clase, y contra cualquiera que después de hacer una promesa
al pueblo no la cumple. Otra se celebra para las suplicaciones, en las cuales
el que quiere coloca una suplicación por las cosas que quiere, sean privadas
o comunes, y la formula al pueblo. Las otras dos son acerca de las demás cosas,
y en ellas las leyes disponen que 3 asuntos sean de cosas sagradas, 3 para
los heraldos y embajadas, 3 para cosas profanas, y tratan algunas veces sin
votación previa.
TESEO: Forastero, para empezar,
te equivocas al buscar aquí un tirano. Esta ciudad no la manda un solo hombre,
es libre.
El pueblo es soberano mediante
magistraturas anuales alternas y no conceden el poder a la riqueza, sino que
también el pobre tiene igualdad de derechos.
Nada hay más enemigo de un Estado
que el tirano. Pues, para empezar, no existen leyes de la comunidad y domina
sólo uno que tiene la ley bajo su arbitrio. Y esto no es igualitario.
Cuando las leyes están escritas,
tanto el pobre como el rico tienen una justicia igualitaria. El débil puede
contestar al poderoso con las mismas palabras si le insulta; vence el inferior
al superior si tiene a su lado la justicia.
La libertad consiste en esta frase:
")quién quiere proponer al pueblo una decisión útil para la comunidad?"
El que quiere hacerlo se lleva la gloria, el que no, se calla.
¿Qué puede ser más democrático que
esto para una comunidad?
Es más, cuando el pueblo es soberano
del país, se complace con los ciudadanos jóvenes que forman su base; en cambio,
un rey considera esto odioso y elimina a los mejores y a quienes cree sensatos
por miedo a perder su tiranía.
Y entonces, )cómo es posible que una nación
llegue a ser poderosa, cuando se suprime la gallardía y se siega a la juventud
como a las espigas de un trigal.
En efecto, en las ciudades que
se gobierna democráticamente, según la ley, no tiene lugar el demagogo, sino
que los mejores ciudadanos ocupan la presidencia; pero donde las leyes no
son soberanas, allí aparecen los demagogos, pues el pueblo se erige en dirigente
único, uno solo formado de muchos, ya que muchos ejercen el poder, no individualmente,
sino colectivamente.
Tenemos un sistema político que
no imita la leyes de otros, sino que servimos más de modelos para unos que
imitadores de otros. En cuanto a su nombre, al no ser objetivo de su administración
los intereses de unos pocos, sino los de la mayoría, se denomina democracia
y, de acuerdo con las leyes, todos tienen derechos iguales en sus pleitos
privados; en lo que hace a la valoración de cada uno, en la medida en que
se goza de prestigio en algún aspecto, no es preferido para intervenir en
los asuntos públicos más en razón de pertenecer a un grupo determinado que
por sus mérito, ni tampoco, en lo que hace a la pobreza, es un obstáculo lo
obscuro de su reputación, si puede beneficiar a la ciudad.
Practicamos la liberalidad tanto
en los asuntos públicos como en los mutuos recelos procedentes del trato diario,
y no nos irritamos con el vecino, si hace algo a su gusto, ni afligimos a
nadie con castigos, que no causan daño físico, pero resultan penosos a la
vista. Y así como no nos molestamos en la convivencia privada, tampoco transgredimos
las leyes en los asuntos públicos, sobre todo por temor, con respeto a los
cargos públicos de cada ocasión y a las leyes y, entre éstas, particularmente,
a las que están puestas en beneficio de las víctimas de la injusticia y a
las que, aun no escritas, conllevan por sanción una vergüenza comúnmente admitida.
C)ROMA.
El pueblo (de Israel) dijo: que haya sobre nosotros
un rey y así seremos como todos los pueblos; nos juzgará nuestro rey y saldrá
al frente de nosotros para combatir nuestros combates.
Un oráculo son los labios de u rey; no falle, pues, el juicio de su boca.
Pero justo y justa balanza son de Yavé y obra suya son las pesas de la bolsa.
Grande es el ánimo del rey, criatura de Zeus,
su honra proviene de Zeus y lo ama el astuto Zeus.
Rómulo reservó al rey estas prerrogativas: en
primer lugar, presidir los asuntos sagrados y los sacrificios y cumplir todo
lo que fue previsto por la voluntad de los dioses; a continuación, en tanto
que guardián de las leyes y de las costumbres de los antepasados, ocuparse
de la justicia según el derecho natural y el derecho establecido: juzgar los
mayores crímenes, encomendar los menores a los senadores, pensar en impedir
todas las faltas en el proceso; reunir al senado y convocar al pueblo, expresar
el primero su opinión y ejecutar las decisiones de la mayoría. Tales fueron
los poderes acordados al rey y tuvo. además de éstos, el mando supremo de
la guerra.
EL REY DE ESPAÑA
1. El Rey es el jefe del Estado, símbolo de
la unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las
instituciones, asume la más alta representación del Estado Español en las
relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad
histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución
y las leyes
3. La persona del Rey es inviolable y no está
sujeta a responsabilidad.
Corresponde al Rey:
a) Sancionar y promulgar las leyes.
b) Convocar y disolver las Cortes
y convocar elecciones...
c) Convocar a referéndum...
d) El mando supremo de las fuerzas
armadas.
A Tarquinio se le cerraron las puertas y se
le ordenó el destierro... y echaron también a los hijos del rey. Dos de éstos
acompañaron a su padre y fueron al destierro en Etruria... Tarquinio el soberbio
había reinado 25 años. Hubo reyes en Roma desde la fundación hasta su liberación,
es decir, 244 años.
Había tres elementos que gobernaban la constitución,
todos los cuales los he mencionado antes. Así mediante éstos todas las cosas
una por una habían sido organizadas y se administraban tan equitativamente,
con tanto acierto, que nunca nadie, ni siquiera los nativos, hubiera podido
afirmar con seguridad si el régimen en su conjunto era aristocrático o democrático
o monárquico. Y era lógico que sucediera esto, pues si nos fijáramos en el
poder los cónsules, el régimen parecería perfectamente monárquico y real;
si atendiéramos al del senado, aristocrático a su vez, y si concediéramos
el poder de la mayoría, parecería claramente democrático.
Los cónsules, mientras están en Roma y no salen
de campaña con las legiones, son los responsables de todos los asuntos públicos.
Los magistrados restantes están todos subordinados a ellos y les obedecen,
a excepción de los tribunos. Respecto a los preparativos bélicos y, en general,
a la dirección de las campañas, tienen potestad casi absoluta: tienen la facultad
de gastar cuanto se propongan de los fondos públicos, porque un cuestor les
acompaña y está siempre dispuesto a hacer lo que se le ordena.
Se decidió nombrar un dictador para restablecer
la apurada situación y Lucio Quincio Cincinato fue nombrado por acuerdo unánime.
L. Quincio estaba atareado en una faena agrícola; los legados lo saludan como
dictador felicitándolo, le dicen que vaya a la ciudad. Acompañado por el jefe
de la caballería acude a la asamblea, proclama la clausura de los tribunales,
ordena que se cierren las tiendas en toda la ciudad, prohibe que nadie realice
negocio privado alguno; ordenó que todos los que estuviesen en edad militar
se presenten en el Campo de Marte antes de la puesta de sol, con alimentos
cocidos para cinco días y con doce estacas. El dictador abandonó, al cabo
de 16 días, la dictadura que había recibido por seis meses.
Cornelio Sila se designó a si mismo como soberano
durante un largo período de tiempo. A estos magistrados los llamaban dictadores
y eran designados para un mandato de seis meses en situaciones de máxima necesidad,
pero hacía ya mucho tiempo que había caído en desuso. Sila, tras haber llegado
a ser dictador de por vida por medio de la violencia y la coacción, aunque
de palabra elegido libremente, una vez que estuvo saciado de poder fue el
primer hombre, me parece, que tuvo el coraje e dejar ese poder absoluto.
La primera función del senado es la administración
del erario, pues nada entra ni sale de él sin una orden suya. Nada pueden
gastar los cuestores para las necesidades públicas sin autorización del senado.
Y las considerables sumas que, cada cinco años, han de emplear los censores
en reparar y adornar los edificios públicos también requiere su aprobación.
Todos los delitos cometidos dentro de Italia en los que debe intervenir el
Estado, como traición, conspiración, envenenamiento y asesinato, pertenecen
a la jurisdicción del senado... Si hay que enviar una embajada fuera de Italia
para dirimir un litigio, transmitir una orden, recibir una sumisión o declarar
la guerra, también es incumbencia del senado. De igual modo se encarga de
recibir y contestar a las embajadas que vienen a Roma.
Textos del Commentariolum, breve manual
del candidato.
-Quamquam plurimum natura valet, tamen videtur in paucorum
mensum negotio posse simulatio naturam vincere.
Civitas quae sit
cogita, quid petas, qui sis. Prope cottidie tibi hoc ad forum descendenti
meditandumst: "Novus sum, consulatum peto, Roma est".
Aunque la naturaleza es muy importante, sin
embargo, parece que la simulación en la actividad de unos pocos meses puede
vencer a la naturaleza.
Qué ciudad ha sido conocida, qué pides, quién
eres. Casi diariamente esto ha de ser meditado por ti que desciendes al foro:
"Soy 'nuevo', pido un consulado, es Roma".
-In petitione autem consulatus copones omnes compilare
per turpissimam legationem maluit quam adesse et populo Romano supplicare.
En la petición del consulado, sin embargo, quiso
más a través de una vergonzosísima embajada saquear a todos los taberneros
que estar presente y suplicar al pueblo romano.
-Et cum tuorum amicorum
studia constitueris, tum etiam obtrectatorum atque adversariorum rationes
et genera cognoscito. Haec tria sunt, unum quos laesisti, alterum qui sine
causa non amant, tertium qui competitorum valde amici sunt.
Y al haber constituido los afanes de tus partidarios,
entonces también aprende las razones y tipos de tus detractores y adversarios.
Estos son tres: uno, aquellos a los que heriste; otro, aquellos que no aman
sin motivo; y el tercero, aquellos que son en gran manera amigos de tus competidores.
-Postremo tota petitio cura ut pompae plena sit, ut illustris,
ut splendida, ut popularis sit, ut habeat summam speciem ac dignitatem, ut
etiam, si qua possit re, competitoribus tuis existat aut sceleris aut libidinis
aut largitionis accommodata ad eorum mores infamia.
Después cuida que toda petición esté llena de
pompa, que sea ilustre, espléndida, popular, que tenga la más alta apariencia
y dignidad, que incluso exista para tus adversarios, si en alguna cosa es
posible, una infamia ajustada hacia las costumbres de éstos de crimen, deseo
y soborno.
-Hic enim cum esset praeturae candidatus, quod in aedilitate
quam ante annum gesserat bestias non habuerat, dedit gladiatorium munus.
Este, en efecto, al ser candidato para la pretura,
porque no había tenido animales en la edilidad que había llevado antes del
año, dio un juego de gladiadores.
-Huic orationi Ciceronis et Catilina et Antonius contumeliose
responderunt, quod solum poterant, invecti in novitatem eius.
A este discurso de Cicerón Catilina y Antonio
respondieron afrentosamente lo que únicamente podían, dirigiendo invectivas
contra la 'novedad' de éste.
D)ORATORIA
Y RETÓRICA.
Por eso, atenienses, os pido que,
si digo algunas verdades con franqueza, no os irritéis conmigo por ello. Pensad,
en efecto, lo siguiente: vosotros, en asuntos no políticos creéis preciso
que la libertad de palabra sea tan amplia entre todos los habitantes de la
ciudad que incluso se la concedéis a los metecos y a los esclavos, y puede
verse entre vosotros a muchos esclavos que dicen lo que quieren con mayor
libertad que los ciudadanos en otras ciudades; pero, en cambio, esta libertad
de palabra la habéis desterrado completamente de las deliberaciones políticas.
Y como consecuencia de ello vosotros disfrutáis en las asambleas cuando escucháis
cómo os adulan para causaros placer en todo, pero, ante la marcha de los acontecimientos,
corréis ya los mayores peligros. Pues bien, si ahora también os encontráis
en la misma disposición, no tengo nada que decir. Pero si os halláis dispuestos
a escuchar sin adulaciones lo que os interesa, aquí estoy yo dispuesto a hablar.
Pues, aunque la situación es muy mala y cuando se ha perdido, sin embargo,
si vosotros queréis obrar como es debido, todavía es posible enderezar todo.
Texto de Cicerón,
en donde trata la peroración o parte final. En ella, los oradores, tras haber
expuesto sus argumentos y refutados los de la parte contraria, se proponían
conmover a los jueces. Aquí Cicerón defiende a Celio. A la juventud de su
defendido a la vejez de su padre apela Cicerón para conmover a los jueces.
Y cuando hayáis tenido en cuenta
su extrema juventud, poseed también ante vuestros ojos la vejez de un desgraciado
padre, cuyo único apoyo es este hijo en quien cifra su última esperanza y
ante cuya suerte tiembla; este anciano os suplica vuestra misericordia y como
humilde esclavo está en vuestras manos, prosternado, menos a vuestros pies
que ante vuestras virtudes y vuestros buenos sentimientos. Acoged su desgracia,
tanto en nombre del recuerdo de vuestros padres como en el del dulce pensamiento
de vuestros hijos; y conmovidos ante el espectáculo del dolor de que sois
testigos, dejad que se despierte en vosotros el sentimiento de la piedad filial
y de la paterna indulgencia. No permitáis, jueces, que el uno, próximo a sucumbir
al peso de los años, caiga más pronto al golpe que vais a inferirle que al
peso del destino; y que el otro, que en la flor de la edad brilla ya con virtudes
que cada día se fortifican y consolidan, caiga tronchado como una flor por
un torbellino o alguna súbita tempestad.
Conservad un hijo a su padre y
un padre a su hijo; que nadie se considere a decir que un anciano sin esperanza,
que un adolescente pletórico de las más bellas esperanzas, no sólo no han
encontrado en vosotros personas capaces de sostenerlos, sino que han tenido
en vosotros perseguidores y verdugos. Si conserváis a Celio para su familia
y para la patria, os habréis ganado un hombre perpetuamente a vuestra devoción,
adicto a vuestros intereses y a los de vuestros hijos por vínculos de eterno
reconocimiento. Y vosotros, jueces, más que nadie, cosecharéis los abundantísimos
y perdurables frutos de sus esfuerzos y trabajos.
Quintiliano escribe
sobre las digresiones permitidas en los discursos.
A esta parte llaman los griegos
parécbasis y los latinos digresión. Semejantes digresiones tienen lugar en
las demás partes del discurso; tales son las alabanzas de personas y lugares,
las descripciones de algunos países y varias narraciones, ya falsas, ya verdaderas...
Digresión es también tratar extraordinariamente de cosa distinta del asunto,
pero que tiene con él alguna relación...; en una palabra, cuando conduce para
adornar el discurso, como el tratar del lujo, de la avaricia, de la religión
y de las obligaciones del hombre. Pero como esto tiene unión con las pruebas
del asunto, no parece digresión.
Juvenal habla de
la infortunada vida de los maestros de retórica.
¿Enseñas declamación? (Es preciso que Vetio tenga el corazón
duro como el bronce, cuando una clase numerosa interpreta a crueles tiranos!
Pues todo lo que el alumno acaba de leer sentado lo va a repetir de pie y
de nuevo lo canturreará en los mismos términos. Mata a los desventurados maestros
la declamación de sus discípulos cien veces repetida. Todos pretenden conocer
el color que conviene, el género a que pertenece la causa, el fondo de la
cuestión, qué argumentos pueden llegar de diversos lados; pero nadie paga
la justa retribución. )Pides tu salario?, dice el alumno; pero )qué es lo que sé? Es culpa del
maestro, sin duda, se argüirá, si nada late bajo la tetilla izquierda de este
asno de la Arcadia, que durante los seis días me llena la desdichada cabeza
con su temible Aníbal, sea cual fuere el tema que se ventile: si debe, después
de Cannas, ir sobre Roma o si, forzado por las lluvias y los truenos, hace
dar media vuelta a sus cohortes empapadas por la borrasca. Señalad la suma
que queréis y la pagaré inmediatamente. )Qué no daría yo para que su padre le oyese tantas
veces como le oigo yo? Esto es lo que claman al unísono seis retóricos y más;
luchan por la existencia dejando a un lado el tema del raptor, el del veneno
preparado, el del marido culpable de ingrato y el de la droga que devuelve
la vida a los ancianos ya ciegos.
Observa cuánto cobra por la enseñanza
de muchachos ricos en Crisógono o un Polión y entonces romperás el Arte de Teodoro. Estos potentados se gastan
seiscientos mil sestercios en unos baños privados y más en un pórtico, en
el que se hará pasear cuando llueve... En medio de estos despilfarros, a Quintiliano
le bastarán 2000 sestercios todo lo más; nada costará menos a este padre que
su hijo...